Por @sershus
Cuando el 38+38=75 parecía haber sido el climax de la
degradación institucional, apareció CFK con una tormenta de tuits relatando que
Macri le había gritado por teléfono y que se trataba de un caso de violencia de
género, despertando carcajadas masivas en la sociedad, haciendo máxima
expresión al dicho "reir para no llorar", en un claro síntoma de que
los guionistas del relato se pudrieron de trabajar por $2,50, o que hace rato
abandonaron el barco.
Recuerdo, cuando por error fui al cine a ver Plata Quemada
de Marcelo Piñeyro, una escena donde Pablo Echarri rasguña las paredes de una
habitación en un marco de supuesto dramatismo absoluto, lo que recuerdo es que
el cine entero se empezó a cagar de la risa de la situación.
Para el guionista, el verosímil es como el agua para el
cocinero, y en Argentina, la profesión guionista es la más degradada del
mundillo de lo audiovisual. Sin embargo hay grandes guionistas en el país,
muchos de ellos trabajaron para construir el relato kirchnerista durante los
últimos 8 años, algunos ad honorem, y otros a cambio de grandes especias en
forma de INCAA y INCAAtv.
La verdadera grieta no comenzó con Lanata sino a fines de
2007 con la intervención del Indec, se acentuó con la reforma del Consejo de la
Magistratura ideada por Cristina, explotó con la 125, la Ley de Medios y muchas
cosas más.
Desde el momento en que se intervino el Indec hubo que
construir un relato que falseara la lectura de la realidad y el verosimil, como
siempre en cualquier guión, era un factor fundamental. Y el trabajo que
realizaron fue excepcional. Sin bien, muchos quedamos de este lado de la grieta
y jamás les creímos nada, la eficiencia se mide en resultados, y el resultado
contundente del 54% en 2011 habla por sí solo del enorme triunfo de la
falsedad, de la construcción de historias, y es una prueba contundente de que
con un buen guión lograrás siempre lo que desees. Increíble que luego de
semejante prueba, nosotros, los guionistas, sigamos sin habernos hechos
millonarios.
El problema del éxito es cuando te la crees, sucede en todas
las profesiones, incluso para nosotros. El "vamos por todo" fue el
error fatal. Hasta ese momento estaban escribiendo una comedia y la
convirtieron en tragedia, pero nunca hay que cambiar de género cuando estás en
la mitad. El éxito te ciega, le sucede a
cualquiera, los verdaderos grosos son los que buscan a alguien que los mantenga
con los pies sobre la tierra.
El "Vamos por todo" inauguró una serie de errores
estructurales, siempre en términos de construcción de relato, o de guión, que
uno tras otro no hacía más que quitarle verosímil. Se pusieron a cocinar fideos
cada vez con menos agua. Ejemplos emblemáticos, entre tantos otros, son "Soy
una abogada exitosa"; "La ley de medios no es contra clarín"; "hay
menos pobreza que en Alemania", y miles más, hasta llegar al punto extremo
a sólo 4 días de entregar el poder: "Macri me gritó". Y carcajadas
generales, como con Echarri en Plata Quemada.
Un buen guión hace que el espectador se ponga del lado del
peor asesino, el más despiadado violador de bebés, el descuartizador de ositos
pandas, el ministro de economía más ineficiente de la humanidad o el presidente
más corrupto de la historia.
Es hora de que lo entiendan los productores, los
empresarios, los políticos y hasta Francisco, el Papa. Llévennos al poder,
escúchenos siempre y háganos millonarios. Para escribir bien debemos primero
vivir bien.
Y a los guionistas del relato kirchnerista no los contraten
más. Es cierto que los primeros años hicieron excelente trabajo. Pero luego
hicieron todo al revés. O tal vez se fueron antes de tiempo porque se pudrieron
de cobrar como miserables.
Lo cierto es que el guionista que tardó 24hs en decirle a Cristina que
tuitee que Macri le gritó y que fue violencia de género, debería dedicarse a otra cosa.
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